Tal como os adelanté el 7 de junio del año 2000 nos hicimos a la mar en el Blue Sea desde el puerto de Bodø, en el norte de Noruega, mis compañeros del NTNU Geir Grønvoll y Olve Raaen. El primero es un reputado experto en ecosistemas submarinos y el segundo técnico especialista en robótica aplicada, es decir, nuestro maestro de los Barracudas 1 y 2, nuestros robots submarinos con los que ver de primera mano lo que hay en las profundidades. Yo iba en calidad de experto en arqueología submarina en caso de encontrar cualquier resto en la ruta señalada. En estos casos sucede como cuando se diseña la construcción de una autopista, previamente se tiene que hacer un estudio del impacto en el entorno y de determinar si afecta a algún resto arqueológico.
Esquema descriptivo de los elementos que componen un sistema de cable submarino.
En nuestro caso no esperábamos encontrar nada, ya que la ruta a seguir estaba alejada de todas las rutas marítimas convencionales y no había registros de ningún hundimiento en la zona, pero aún y así la normativa internacional obligaba a comprobarlo. Como os podéis imaginar no iba con muchas expectativas y, de mis compañeros, era el único que no esperaba encontrar gran cosa. Geir era el más entusiasta, ya que esta prospección iba a servirle de excusa para poder observar detenidamente ambientes marinos que de otra forma no habría podido debido a los costes necesarios. Estamos hablando de profundidades que oscilan entre los 1.000 metros y los 4.000 metros de media.
La primera semana fue bastante rutinaria. Nuestra ruta era rumbo norte-noroeste durante unos 1.000 kilómetros, tras los cuales tomaríamos rumbo este-sureste hasta llegar a Islandia. Se había desestimado la ruta directa al este ya que la Nordic Communications esperaba que ese cableado fuera una primera fase a la que seguiría otro que conectaría con Groenlandia. En el punto donde cambiaríamos de ruta estaba previsto que se instalara un interconectador que sirviera de puente entre Islandia, Groenlandia y el continente europeo en el futuro.
Cable submarino. Durante nuestras prospecciones desplegamos centenares de kilómetros de cable de acero de guía. Esta foto fue tomada por el Barracuda 1, uno de los dos robots submarinos que utilizamos durante el proyecto.
Nos despertábamos cada día sobre las 5-6 de la mañana para poder empezar a trabajar justo despuntaran los primeros rayos de sol. Nuestra rutina era la de ir de punto de camino a punto de camino (waypoints), en estos puntos, desplegábamos los Barracudas y hacíamos observaciones del fondo marino y el entorno para estudiar la viabilidad del "camino". Si era así se asignaba un nuevo punto de camino y el equipo de la Nordic Comms desplegaba el cable de acero guía que serviría para desplegar el final cuando terminara nuestro trabajo.
En nuestras observaciones nos centrábamos en diferentes aspectos, fauna local, flora, formaciones rocosas y coralinas y por mi parte, cualquier rastro de resto arqueológico que pudiera haber. El uso de los Barracudas facilitaba mucho la labor, antes de su desarrollo habría habido que ir con trajes presurizados y realizar inmersiones muy peligrosas o, directamente no comprobar in situ, donde se iba a trabajar con lo que se obviaría cualquier daño que se pudiera provocar. Esa primera semana fue bastante tranquila, sin ningún contratiempo como ya os he dicho, las cosas empezarían a ponerse interesantes durante la segunda semana.
Pero esa parte la reservo para la siguiente actualización. Por hoy esto es todo, no puedo explayarme más ya que mis obligaciones me requieren. Estamos haciendo muchos progresos, cada vez está más cerca que podamos desvelar la verdad tras el mito de Hyperborea.
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