Queridos seguidores de Hyperborea Existe prosigo con la crónica de 'Toda historia tiene un principio'. En mi última entrada os desvelé el resultado de la prueba de Carbono-14 que realizamos a las muestras tomadas a la Quilla de Odín, en la cueva de Niflheim. Se repitieron tres veces las pruebas, y todas eran concluyentes, las muestras reflejaban una antigüedad cercana o superior a los 60.000 años. Estábamos ante un dilema nunca antes planteado: Eran los restos arqueológicos avanzados más antiguos jamás encontrado, o las muestras habían sufrido algún tipo de contaminación, que no lográbamos detectar, y por ello mostraban un resultado alterado y casi imposible.
Era evidente que este enigma nos superaba, así que con toda la documentación solicitamos que se convocara una reunión urgente de la Comisión de Expertos del NTNU para valorarlo. En ella defendimos arduamente nuestro trabajo, los procedimientos y la veracidad de las muestras. Había voces suspicaces que decían que nos habíamos inventado todo para conseguir atención mediática. Por suerte para nosotros, contamos con el testimonio del personal de la Nordic Communications, que estuvieron a bordo con nosotros en el Blue Sea cuando encontramos la cueva de Nifllheim.
Me gustaría deciros que fue un éxito, que convencimos a todos nuestros colegas y se aprobó un proyecto para ir a recuperar ese yacimiento. Pero el rechazo y la hostilidad fueron totales, nadie daba crédito a los resultados del Carbono-14, su veracidad implicaba una realidad que iba en contra de todo lo establecido por la historia, y nadie quería saltar a los medios siendo tachado de loco visionario. Aún así, logramos hacer entender la importancia de un hallazgo de ese tipo, fuera de hace 60.000 años o de solo 1.000. Por lo que tras muchas negociaciones, el NTNU autorizó una pequeña partida de presupuesto para volver a la cueva de Nifleim.
Lamentablemente, lo único que nos iban a permitir es recoger algunas muestras más y establecer un perímetro de todo el yacimiento, para determinar su envergadura total. Nos autorizaron a llevar un sonar submarino con el que poder establecer la estructura del supuesto pecio bajo la superficie. Olve, Geir y yo salimos de la reunión fatigados y con un sabor agridulce. Aún con todo, estábamos esperanzados por tener una nueva oportunidad para regresar. Teníamos la firme convicción de que encontraríamos una prueba contundente que respaldara nuestra tesis.
A pesar de que nosotros queríamos partir de inmediato, no autorizaron nuestra alocada expedición hasta septiembre de 2.000, ya que teníamos varios compromisos que no podíamos omitir. Así que durante el mes y pico que tuvimos que esperar, aproveché todo hueco libre para investigar e intentar determinar a quién podía pertenecer un pecio así. De esta forma, fue como volví a reencontrarme con las historias que me habían contado de pequeño de la civilización Hyperborea. Según leía más sobre los mitos y leyendas alrededor de esta civilización, de todas las fuentes, desde griegas a chinas. Más me convencía de que quizás había algo de verdad tras la leyenda. Todo parecía encajar, el periodo de tiempo, la situación aproximada. Sabía que mis colegas me tacharían de loco, así que me reservé mis conclusiones. Pero cada vez tenía más claro de que quizás, la Quilla de Odín, no era otra cosa que los restos de una embarcación Hyperborea.
Hasta aquí llego por hoy queridos seguidores de Hyperborea Existe. Espero proseguir esta crónica muy pronto, ya que es mi deseo poder concluirla antes de presentar toda mi investigación. Como siempre, gracias por vuestro apoyo continuado.
Era evidente que este enigma nos superaba, así que con toda la documentación solicitamos que se convocara una reunión urgente de la Comisión de Expertos del NTNU para valorarlo. En ella defendimos arduamente nuestro trabajo, los procedimientos y la veracidad de las muestras. Había voces suspicaces que decían que nos habíamos inventado todo para conseguir atención mediática. Por suerte para nosotros, contamos con el testimonio del personal de la Nordic Communications, que estuvieron a bordo con nosotros en el Blue Sea cuando encontramos la cueva de Nifllheim.
Foto que tomé a varios de los expertos del NTNU durante la comisión de investigación sobre las muestras encontradas en la cueva de Niflheim. |
Lamentablemente, lo único que nos iban a permitir es recoger algunas muestras más y establecer un perímetro de todo el yacimiento, para determinar su envergadura total. Nos autorizaron a llevar un sonar submarino con el que poder establecer la estructura del supuesto pecio bajo la superficie. Olve, Geir y yo salimos de la reunión fatigados y con un sabor agridulce. Aún con todo, estábamos esperanzados por tener una nueva oportunidad para regresar. Teníamos la firme convicción de que encontraríamos una prueba contundente que respaldara nuestra tesis.
A pesar de que nosotros queríamos partir de inmediato, no autorizaron nuestra alocada expedición hasta septiembre de 2.000, ya que teníamos varios compromisos que no podíamos omitir. Así que durante el mes y pico que tuvimos que esperar, aproveché todo hueco libre para investigar e intentar determinar a quién podía pertenecer un pecio así. De esta forma, fue como volví a reencontrarme con las historias que me habían contado de pequeño de la civilización Hyperborea. Según leía más sobre los mitos y leyendas alrededor de esta civilización, de todas las fuentes, desde griegas a chinas. Más me convencía de que quizás había algo de verdad tras la leyenda. Todo parecía encajar, el periodo de tiempo, la situación aproximada. Sabía que mis colegas me tacharían de loco, así que me reservé mis conclusiones. Pero cada vez tenía más claro de que quizás, la Quilla de Odín, no era otra cosa que los restos de una embarcación Hyperborea.
Hasta aquí llego por hoy queridos seguidores de Hyperborea Existe. Espero proseguir esta crónica muy pronto, ya que es mi deseo poder concluirla antes de presentar toda mi investigación. Como siempre, gracias por vuestro apoyo continuado.